Poemas de Khayyam
Algunos poemas de amor de Omar Khayyam (1048-1131)
Rubaiyat
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Así habló
un virtuoso sacerdote
a una mundana,
buscando humillarla:
– ¡Tú te embriagas
y sales en busca de amantes,
siempre y cada vez más!
– Perfectamente,
respetable moralista,
le repuso la mundana,
es la pura verdad
lo que dices de mí...
Con todo eso,
pídote
que me aclares este punto:
Tu yo instintivo,
tu verdadero yo,
lo disfrazas,
lo encubres
con actitudes graves.
Dime ahora:
¿Es ese tu yo recóndito
el mismo que exhibes en público?
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¿Por cuánto tiempo quedarás
ajeno a la vida,
perdiéndola
en la satisfacción de tus instintos?
¿Hasta cuándo
permanecerás así anonadado
en la muda contemplación de la existencia
en la muda contemplación de la Nada?
¡Bebe vino, amigo!
La vida
a la cual la muerte sucede,
es digna de ser vivida,
pero sólo puede ser bien vivida
entre la serenidad del sueño
y el éxtasis de la embriaguez.
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– ¿El día que pasó?
¡Olvídalo!
– ¿El día que no ha llegado?
¡No le temas!
¡Amigo!
No tortures el corazón
en la expectativa del día por nacer,
no quieras vivir
lo que todavía no sucedió,
y no busques lamentar el día que ya se fue.
Sosiega,
y no corrompas la vida
con temores y quimeras.
Entre los pliegues del pasado
y el dintel del porvenir,
en esa maraña de creencias,
en medio de los engaños del mundo
y los terrores del más allá,
mantente libre
y sé feliz.
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Bebe vino,
prenda de vida eterna,
¡único fin y razón de la existencia!
Ves, ¡es la aurora del amor!
Se abren las rosas
y el céfiro
nos embriaga con sus aromas.
¡Es la estación de los placeres!
Mira
¡cómo todos deliran
en la euforia
de este momento excepcional!
Sé feliz un instante,
pues la vida, amigo,
no es más que ese instante...
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Renuncia a todo
en este mundo–
fortuna, honores, poder.
Desvía tus pasos
de todo camino
que no te conduzca
a la taberna.
¡Nada pidas
ni desees
sino vino, canciones, música, amor!
Noble y hermoso mancebo,
coge el odre,
empuña la copa.
¡Bebe!
Pero, ¡cuidado!
¡No seas frívolo,
no hables en vano!
34
Dicen los filósofos
que ninguna diferencia existe
entre el bello y el feo
Para una pareja de amantes,
es lo mismo
habitar el Paraíso
o el Infierno.
Para el insano,
la seda y la crín
son perfectamente iguales.
Poco importa,
para los enamorados,
desperezarse
sobre las plumas
o sobre piedras,
a condición
de sentirse sumergidos
en las delicias del amor...
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Afecto, amor, comprensión
–he ahí los cimientos de la vida.
Escribimos
con amor
el poema de la adolescencia
Con la música del amor,
orquestramos
la gran canción de la existencia.
Y tú,
escéptico delante de la ternura,
impermeable al sentimiento,
aprende esta verdad:
La vida es amor,
¡y sólo amor!
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¡Bebe el vino dorado!
Es reposo para el espíritu,
bálsamo providencial
para alma y corazón heridos.
Si te sintieras ahogado
en un diluvio de tristezas,
si te vieras acometido
por todos lados
por una jauría de pesares,
aférrate sin recelo
al delicioso vino dorado.
Es el barco de salvación.